La lluvia, sin quererlo, fue la protagonista de esta boda, pues ese día no paró de llover desde la mañana hasta bien entrada la noche. Una lluvia que cayó fuerte sobre todo durante la mañana, acompañada de la temible Tramontana, un viento típico de la zona de l´Empordà que es frío y muy fuerte. Así que con este panorama tuvimos que lidiar y salimos victoriosas, gracias sobre todo, a la ayuda de nuestros proveedores que hicieron una vez más un gran equipo para que los peores momentos pasaran y solo quedaran los buenos recuerdos.
La historia de esta boda empieza muy lejos de Cataluña, en concreto en los Países Bajos y exactamente en Amsterdam. Estos novios holandeses conocían muy bien la Costa Brava, ya que la novia desde su infancia veranea en nuestro particular paraíso catalán. Ellos escogieron el mes de septiembre para la celebración y el espacio, la increíble masía de Mas Torroella, en la localidad de Palafrugell. Una masía que nos tiene totalmente enamoradas porque sinceramente es una de las casas más bonitas que conocemos en la Costa Brava para celebrar una boda. No dejéis de visitar su website: www.mastorroella.com
Si la casa por fuera es bonita, por dentro todavía lo es más. Silvia, su propietaria, ha diseñado el interiorismo perfecto para la casa. El estilo de las habitaciones, la cocina, la piscina interior, el suelo (que son baldosas de terracota hechas a mano conocidas como «toba Catalana») .. En fin que no hay detalle que se le escape, todo esta cuidado con exquisito mimo, que es exactamente nuestra filosofía de trabajo en Sophie Kors Weddings. Además en esta masía, cuentan con un espacio cerrado, un plan B perfecto pero para bodas de unos 100 invitados, que no era nuestro caso, pues nuestros clientes acabaron invitando casi a 300 personas!
Como una de las empresas de wedding planners con más experiencia del sector, ya teníamos reservada unas carpas para la ocasión. Unas carpas que realmente fueron vitales y que sin la colocación de ellas, hubiera sido totalmente inviable la celebración de la boda.
Os podemos asegurar que uno de los peores elementos para la celebración de una boda es la suma de lluvia y viento, por eso a parte de las carpas, tuvimos que pensar en la llegada de los invitados y por eso también hicimos con toldos, una especie de túneles desde la bajada de autocares hasta la ceremonia y también hacia el interior de la casa, todo ello para evitar que absolutamente nadie se mojara.
Para la ceremonia optamos por la colocación de una haima y bajo ella, guirnaldas de luces ( pues el día se quedó muy oscuro) copones de flores dando la bienvenida y un altar maravilloso de varios tipos de rosas y ramas de eucalipto. Una paleta de colores verdes y pasteles que endulzaban ese día tan gris!
El aperitivo lo pudimos hacer dentro de la casa y en las mini carpas que instalamos en la fachada. Para ello contamos con el Piano Bar que triunfó como siempre con su música swing y sus vermuts italianos tan característicos, y la gastronomía corrió a cargo del catering de Esther Conde, que una vez más nos ayudó infinitamente a que todo fluyera de una manera excelente.
Fue entonces cuando la lluvia nos dio una tregua y los invitados pudieron pasar de la casa a la zona de las carpas donde se iba a servir el banquete. El menú constaba de una sopita de tomate con helado de pesto y parmesano y de segundo un milhojas de solomillo.Tenemos que apuntar que este menú fue un verdadero éxito entre nuestros clientes extranjeros, que nos felicitaron en muchísimas ocasiones por el menú y que obviamente, trasladamos esas felicitaciones al equipo de Esther Conde.
Mientras los novios y sus invitados de la boda, disfrutaban de la gastronomía, el equipo de Sophie Kors transformó completamente la zona de la haima, ya que se retiró toda la ceremonia y se montó una zona chill out y barras para las copas de la disco que estuvo amenizada por una banda de música que llegó expresamente desde Amsterdam.
Justo el día después de la boda, organizamos una barbacoa para los novios y familiares más cercanos, y ese día ¡sí lució el sol!
Todas las fotos son cortesía de Esther Conde